
Nuestros límites son nuestros límites de las creencias.
Todos tenemos límites y son el resultado de lo que hemos incorporado a nuestra vida desde la infancia y de lo que en muchas ocasiones nos hizo creer el entorno.
Las creencias limitantes son un juicio que emitimos sobre nuestra persona y que nos condiciona en el desarrollo de nuestra vida.
Es como un programa que se ha instalado en nuestro inconsciente y nos limita avanzar.
Estudiar el tema de las creencias limitantes y toda su profundidad, es uno de los aprendizajes más interesantes.
Nuestras creencias son importantísimas porque reflejan lo qué somos y están muy relacionadas con nuestra autoestima.
Si nos creemos capaces de hacer algo, alcanzaremos los objetivos.
Si nos vemos limitados, no lo lograremos, nos saboteamos a nosotros mismos, nos condiciona nuestro estado de ánimo y los resultados serán nulos.
Por eso, es importante identificar la historia que nos contamos y la creencia que hemos incorporado desde pequeños, para ser conscientes de lo que nos impide crecer.
La solución está en nuestras manos. Una creencia limitante la podemos cambiar por una creencia potenciadora.
Por ejemplo, una creencia limitante muy común es:
«No soy lo suficientemente bueno en,…«.
El origen de esta creencia está en algún momento de la vida en la que nos vimos incapaces de hacer algo o alguien nos influyó, y nos lo creímos.
Pero cuando somos conscientes de ello, tenemos el poder de transformarlo y empezar a construir una nueva creencia, a la que se le llama creencia potenciadora.
Es un tema de mentalidad.
Cuántas historias son conocidas de personas que se han superado a sí mismas. Esto es lo que realmente nos tiene que ayudar y motivar.
Por ello, el primer reto de la voluntad es cultivar una mente sana.
¿Sabías que el 90% de nuestra vida está gobernada por el inconsciente?.
Por eso, si controlas tu mente, controlas tu vida.
Tu vida es una manifestación de tus creencias.
Si controlas tus pensamientos, si cultivas hábitos sanos y una mentalidad de abundancia, crecerás.
Revalorízate a ti mismo y cambiará tu manera de ver el mundo.
Os comparto dos ideas muy útiles:
1. Pon la responsabilidad en ti. No te centres en qué va a pasar, sino en qué vas a hacer.
Hay dos tipos de personas: las que creen que las cosas suceden, y las que hacen que las cosas ocurran.
Nos justificamos en por qué el mundo no va en el sentido que queremos.
Hace tiempo leí: abundan los expertos en culpa-habilidad.
Si asumimos la responsabilidad de nosotros mismos, entonces la vida se ve de otra manera.
No hay nada peor que no hacer nada.
La queja es escasez, la acción es abundancia para llegar allí donde nos proponemos.
Siempre encontraremos solución a los obstáculos si los entendemos como oportunidades de crecimiento. Son nuestros maestros de vida, los que nos hacen transformarnos.
2. Nunca pierdas la FE. No te rindas. No tires la toalla. No te detengas, sigue adelante. Confía.
Hay algo peor que caerse y es no haber intentado cumplir tus sueños.
A lo largo del camino hay muchos momentos de subidas y bajadas. Lo importante es recorrer ese viaje, abrazar los momentos de dificultad, levantarse y seguir para adelante.
La fe nos da el impulso necesario para hacer cada día lo que tenemos que hacer.
Creer es crear.
Cambiando las creencias, o lo que es lo mismo, reprogramando nuestros pensamientos instalados en nuestro inconsciente, lograremos iniciar ese camino de transformación personal imparable.
Ser consciente de que esa creencia ha sido programada, pero se puede desprogramar.
Como cuando actualizamos el software del ordenador. Si nos quedamos con la versión anterior, no podremos abrir nuevos programas, el ordenador irá más lento y no nos permitirá sacar todo su potencial.
Es un buen ejemplo para entender que las creencias limitantes nos impiden crecer, y hasta que no seamos conscientes y actualicemos la información, no será posible obtener los resultados más óptimos.
Pregúntate: ¿Cuáles son tus creencias limitantes?.
Es un ejercicio muy recomendable como punto de partida de nuestro crecimiento personal.



