
Seguro que conoces la parábola de los talentos, un texto bíblico del que se habla bastante, pero no siempre se interpreta de la manera correcta.
Los talentos son un regalo que se nos da para multiplicarlos, y solo se pueden multiplicar, poniéndolos a trabajar para dar frutos.
Te invito a que vuelvas a leer la parábola. Hay mucho aprendizaje.
El pasaje de Mateo nos describe las distintas acciones que cada persona lleva a cabo con los talentos que Dios les confía. En alguno de ellos se ve que el miedo, la excesiva preocupación, la pereza, las excusas o a veces la cobardía, es lo que limita a hacer crecer esos talentos.
Por eso, al final de la parábola dice: “al que tiene se le dará más de lo que tiene, y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”.
Todos los que utilizaron los talentos recibieron más de lo que tenían, excepto el que no los utiliza, que recibe menos, incluso se le quitan. Cada uno tiene unos talentos y es nuestra responsabilidad utilizarlos bien y ponerlos al servicio de los demás.
La mayor felicidad de la vida viene de lo que damos.
Hemos venido al mundo a servir, y cuando entiendes esto y lo pones en práctica, la vida se ve de otra manera.
Ser útil a los demás con lo que has venido a ser útil a este mundo.
Nada te puede impedir empezar hoy. Nada te limita a dar un primer paso hoy. En la acción encontramos el camino.
A mí es una de las cosas que más me ha ayudado a entender lo que es vivir en propósito.
¿Te imaginas que esos talentos los guardamos en un cajón?
En mis Mentorías es una de las cosas que más destaco. Algo tan sencillo que nos hace entender mejor cuál es nuestro propósito en la vida.
Para ello solo hay que sintonizar la frecuencia adecuada, apagar el ruido exterior y escuchar lo que nace de nuestro interior.
La voz del propósito susurra. Aprende a escuchar.
Te comparto una buena reflexión:
¿Respondes a lo que te pide la vida en este momento?



